«MOHAMED, LAILA Y EL DURO CAMPO DE REFUGIADOS»
Nunca superaremos el duro momento en el que vimos cómo los terroristas mataban a nuestros seres queridos y cómo tuvimos que escondernos para poder sobrevivir.
Un día cuando salimos de la escuela, nos dirigimos a casa como solíamos hacer siempre, pero ese día fue diferente a los demás y nunca se me olvidará.
Mientras que mamá nos preparaba el almuerzo, Mohamed y yo nos fuimos a la habitación a hacer los deberes, de pronto escuchamos disparos y gritos.
– ¡Mohamed! ¿Qué es eso?
– No sé Laila, vamos con papá y mamá, ¡rápido!
– Id al escondite, ahora iremos mamá y yo.
Corrimos hacia nuestro escondite, mis padres nos ayudaron a entrar, solo
podíamos oír gritos, disparos y las voces de los terroristas.
– Pero, papá ¿Qué son esos disparos que se escuchan?
– Eso es a lo lejos cariño, no tenéis por qué preocuparos.
Nuestros padres no tuvieron tiempo para entrar en el escondite, cuando solo se escuchaba el silencio de la noche, decidimos salir con cuidado.
– Mohamed… esos son… ¿papá y mamá?
– Creo que… sí… – dijo mientras lloraba.
Nunca superaremos el fallecimiento de nuestros padres, a pesar del miedo que teníamos salimos de nuestra casa y nos encontramos con algunos vecinos, ellos nos llevaron hacia un campo de refugiados donde empezaríamos nuestra nueva vida.
Recorrimos unos diez kilómetros aproximadamente a pie hasta llegar al campo de refugiados, allí nos atendió una ONG que nos daba agua y comida. Compartíamos una tienda de campaña con siete personas más y el baño con veinte personas, al menos teníamos la suerte de poder comer y beber, de hecho, algunos días podíamos asistir a clase en el mismo campo de refugiados.
Todos los días rezamos por volver a tener algo de nuestra vida pasada. Me gustaría daros un gran consejo, debéis valorar lo que tenéis porque nunca
sabéis cuando lo podéis perder.
ZAHIRA RODRÍGUEZ JIMÉNEZ. 1ºESO-B