Esta es la historia de un asesinato. Uno que quise haber evitado, pero que por mi condición me fue imposible.
Nos situamos en un pequeño pueblo, un día en el que un aura misteriosa, típica de películas de intriga, anunciaba que un acontecimiento indeseado sucedería. Las nubes tapaban los últimos rayos de Sol y dejaban entrever la tenue luz de la Luna. Fue justo en ese momento cuando nuestra protagonista, una gran detective cuyo nombre preferiría mantener en secreto, recibía la llamada de un compañero de profesión.
Algo se estaba cociendo dos calles más allá de donde este vivía y necesitaba la ayuda de nuestra chica, si me permitís llamarla así con el único fin de ocultar su identidad, para investigar el asunto.
Tras finalizar la llamada, la chica se vistió y fue hacia la residencia de su compañero para hablar en persona los detalles del caso que no quiso compartir por teléfono.
Mientras tanto el detective recargaba su pistola, preparándose para el momento que llevaba esperando tanto tiempo y que llevaría su carrera a lo más alto si conseguía hacer todo correctamente.
Cuando la chica llegó, le abrió la puerta y le ofreció asiento para tratar el asunto. Tras discutirlo durante unas horas y trazar un cuidadoso plan de acción decidieron ir hasta el callejón para dar comienzo a la investigación.
A partir de aquí debería hacer una pausa y aclarar que todo lo que va a pasar, que de hecho ya ha pasado, no pudo ser de otra manera. No me gusta el desenlace de los acontecimientos y lo hubiera modificado de haber estado en mi mano, pero el autor del relato dejó muy claro que «el narrador no puede alterar el destino de la historia».
«NARRADOR, NO CAMBIES MI HISTORIA» DAVID LÁZARO ÁLVAREZ 2º BTO-A